Otra generación ¡¿de cambio?!
Adolfo Olmedo Muñoz.
Este comentario podrá parecer fuera de contexto, sin tiempo ni espacio, incluso, sin razón, al menos aparente; sin embargo, tiene que ver, para mi, con la proclividad de la ingratitud humana para con los verdaderos maestros; los artífices de la historia si partimos de la premisa de que la historia la escriben los hombres.
Entre los politólogos y los sociólogos, existe el criterio bien fundado de que los pueblos que olvidan su historia, están condenados a volver a sufrir los estragos de sus yerros. Y lamentablemente, todo parece indicar que esta generación pretende reinventar el hilo negro, mordiendo -metafóricamente hablando- la mano de quien “les dio, y en muchos casos, les siguen dando de comer”.
Podría bien referirme entonces al flébil escenario de mediocridad social que se desarrolla como en una dantesca escena del purgatorio y hasta del infierno, cuando jóvenes de las clases privilegiadas media alta; alta y hasta “selecta” -y uno que otro trasnochado socialista de golpe en pecho-, han salido de sus nidos -sus “barracas” de Las Lomas, de Polanco, del Pedregal, de San Jerónimo y otras reservaciones de grosero lujo- a “tomar la calle”, lo que hoy se les hace muy fácil, en comparación a aquella época en la que dictaba un orden arbitrario un “generalete” como aquel “Cueto Ramírez”, basado en una ley ad oc entonces tipificadora del “delito” de “disolución social” o cuando toda protesta era calificada de “conjura comunista” y merecedora de la más vergonzante represión, o desapariciones misteriosas, por lo cual miles de madres aun lloran.
Muchos, pero muchos y muchas jóvenes que murieron luchando con ideología, con principios, con doctrina filosófica humanitaria, política o social, ¡por una o varias causas! en busca de la libertad y cuyas madres también fallecieron sin volver a saber de sus hijos. Esos si tuvieron madre, a pesar de la mano -la de los USAnos- que aun mece la cuna de nuestra economía.
Muertes, por lo que se ve, estériles, pues el sistema ha cumplido con el “compromiso” con el imperio, de reprimir todo nacionalismo, todo viso de libertades sociales, -a lo cual ellos le llaman “populismos”- emasculando lentamente pero de manera tan fría como la vivisección del fiambre en que han convertido a ésta, otrora orgullosa nación.
Por entre esos, que manejan los hilos de los “juniors”, se halla, con toda certeza, el o los que están cumplimentando aquel consejo que Richard Lansing, entonces Secretario de Estado (algo así como la Secretaría de Gobernación nuestra), que le hizo al no menos nefando colega suyo, a la sazón Presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson, en la década de los “veintes” (1924), y que a la letra dice:
“México es un país extraordinariamente fácil de dominar, porque basta controlar a un sólo hombre: el Presidente. Tenemos que abandonar la idea de poner en la Presidencia mexicana a un ciudadano americano (norteamericano… “USAno”), ya que eso llevaría otra vez a la guerra. La solución necesita más tiempo: debemos abrirle a los jóvenes mexicanos ambiciosos, las puertas de nuestras universidades y hacer el esfuerzo de educarlos en el modo de vida americano, en nuestros valores y en el respeto al liderazgo de Estados Unidos.
México, necesitará de administradores competentes. Con el tiempo, esos jóvenes llegarán a ocupar cargos importantes y eventualmente se adueñarán de la Presidencia. Sin necesidad de que Estados Unidos gaste un centavo o dispare un tiro, harán lo que queremos. Y lo harán mejor y más radicalmente que nosotros”. (SIC)
Hasta aquí el vomitivo texto. Uno supondría que todo maestro de “medio pelo” sabe de esa y muchas otras consignas que soterradamente se han ido cumpliendo, por las cuales se nos mantiene en la inestabilidad, ya no sólo económica, sino social, política, cultural, y ahora hasta generacional, haciéndonos creer que esos jóvenes que protestaron en, algunas de las calles del Distrito Federal, tendrían el derecho y hasta la “dignidad” para representar los verdaderos anhelos de nuestras clases populares, que son mucho, pero mucho más numerosas y merecedoras que los hijos… de mami y papi, y muchos “sobrinos” de los pedófilos de la Ibero… ¿Ves?...
Hoy, eso hijos de… otras “madres” se llenan la boca para hablar de consciencia, de congruencia social, honestidad, de virtudes que fueron baldón en el historial de la configuración de todas ¡todas! sus riquezas, de las que hoy hacen gala.
Es claro que no son sólo ellos; los que lograron amasar bienes mediante el atraco, el tráfico de influencias, latrocinios, maquinaciones “bursátiles”, explotación de la clase trabajadora, abusos de autoridad, despojos de tierras, contrabando, lavado de dinero, como testaferros o prestanombres, “socios” de empresas extranjeras, la más de ellas contaminantes, y muchas otras “operaciones mercantiles”, son más. Es cierto, en ese sentido, su “slogan” de que son “132”, pero multiplicado por los miles de estancos en los que los reaccionarios de México, se esconden para desde ahí seguir tragando, vistiendo, viajando, fornicando y bebiendo como lo que son: “unos pobres ricos, que lo único que tienen es, dinero”.
La falta de memoria o inconsciencia que padece la masa social de nuestro país, como todo efecto, tiene su o sus causas. Me recuerdo que en alguna ocasión que vino a Saltillo Sócrates Amado Campos Lemus (Uno de loa activistas del Movimiento del “68”) a dictar una conferencia en ocasión a una de esas hipócritas efemérides del “Dos de Octubre” -no se olvida-, no me supo responder a una interrogante que entonces me hacía sobre la posibilidad de que mi generación, aquella del 68, ingenuamente haya servido, mediante sus luchas, de pretexto para que el sistema cumpliera una de esas demandas norteamericanas de sometimiento, pues a la postre, en aras de la búsqueda de libertades, y de la democratización (ahí estuvo la trampa) de la educación, se redujo notablemente la calidad académica en instituciones oficiales, a las que se les redujeron, significativamente los presupuestos, y se les abandonó en sus funciones de docencia, investigación científica, desarrollo y promoción de la cultura, por temor, la clase política, de que hubiese más “grillos” contestatarios. Una de las más dolorosas consecuencias, fue que, inmediatamente después, tanto del movimiento de 1966, cuando cae el insigne rector Ignacio Chávez, así como luego el “68”, y finalmente el “halconazo” propiciaron el más drástico éxodo de la crema y nata de aquellos viejos maestros que habían surgido a su vez en luchas reivindicatorias como las del “29”, cuando la conquista de la autonomía universitaria, o el respaldo nacionalista durante el mandato de Lázaro Cárdenas.
Lamentablemente y ahora se puede constatar, el populismo educativo y masificación de planteles y “oportunidades” de estudio, consintió al mismo tiempo la depauperación de los contenidos teóricos y junto con ello, la dependencia ideológica, ética y cultural. México se ha ido desdibujando hacia el “driping” de la mediocridad. La cultura en nuestro país está enterando a las últimas de sus glorias.
El miedo yanqui al comunismo primero, y el interés de hediondos epígonos de aquel reptil López de Santana, y para acabarla de joder, la dependencia globalizadora como subsidiarios de la economía norteamericana, tranzada por el más bocón que orejón, Salinas de Gortari, fue emasculando a las juventudes, incluyendo a las instituciones de educación superior privada, que se suponían protegidas por el sistema, pues se les ha ido haciendo creer (dicen que si repites una mentira un millón de veces, se convertirá en verdad, ¿será?), que realmente tienen la autoridad moral para abanderar los cambios sociales que necesita la nación.
La traición docente la inventaron los intervencionistas y lacayos del imperialismo como los del itam (para mi con minúsculas), como una fórmula adecuada al “mandato” de Richard Lansing, pero la están poniendo en práctica, con la complicidad de persignados lasallistas, jesuitas de la Iberoamericana y hasta payasos ¡de La Anahuac!, hágame usted el refabrón cabor.
Nuestra generación tuvo inciertos, algunos, muy pocos, pero garrafales. Uno de ellos catapultó el “sindicalismo” (metafóricamente hablando) de la educación pública superior en demérito de la calidad de contenidos. Sobrevivimos, merced a las fuertes bases morales que aun tenía entonces el pueblo de México. Hoy, cuando el tuerto, manco, cojo y abstruso se denomina Presidente y otro se autoproclama Presidente legítimo, realmente no sé como le vaya a ir a esta “generación” de “protestantes” de pañales de seda.
Y más me inquieta saber, si habrá arrestos para crear una réplica contraria, pues para ello tendrían que salir a la palestra, gente con principios, con sentido nacionalista, con sentido social, con memoria histórica, y esas “alas” se las han ido cortando a los jóvenes.
Los líderes nacionales tendrán que cuidar mucho el no volver a poner “la iglesia en manos de Lutero”, y una vez terminado este zafarrancho pirrurrezco, meter las manos, de manera seria y profesional, no sólo en los temas de seguridad nacional, sobre lo cual, seguramente Peña Nieto ya tiene el boceto de los elementos realmente capacitados política e ideológicamente para ocupar los puestos clave en su administración, y uno de ellos en la Secretaría de Gobernación, donde encaja fielmente el perfil de Manlio Favio, ¿si no?, al tiempo.
La salud social, racional y emocionalmente hablando, tiene dos fases para el restablecimiento o confirmación de la salud. Una medicina preventiva y una medicina curativa. En la primera se requiere disciplina en la segunda, resignación para entrar “al quirófano”; como vivo grávido, o para que le practiquen la autopsia.
Peña Nieto tendrá que echar mano de los mejores elementos, maestros de la política ¡política! A estas alturas, la configuración del Gabinete debe ser el tema toral de la refundación del partido del ideario de la Revolución Mexicana. Puede usted apostar lo que quiera, los nombres se barajan ya, y ninguno de ellos es de los … “132”.
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